En japonés, Kintsugi significa algo así como “unir con oro”, pero su esencia va más allá de su significado etimológico. Este arte oriental que se remonta al siglo XV consiste en pegar con una resina, laca especial o polvo de oro, trozos rotos de objetos de porcelana o cerámica y convertirlos en algo único e irrepetible. Kintsugi es, en definitiva, mostrar la belleza de lo que a simple vista carecía de ella.
¿Y que tiene que ver esto con la resiliencia?. La resiliencia es nuestro polvo de oro, el que nos ayuda a pegar nuestros trocitos rotos, nuestras grietas.
Somos, de hecho, tan frágiles (aunque a veces no queramos reconocerlo) como una pieza de porcelana. Si nos dan en el sitio apropiado, nos rompemos en mil pedazos.
Este arte japonés nos recuerda que incluso cuando pensamos que es imposible recuperarnos, hay que tener fuerza, ser humildes y darnos cuenta de que gracias a las dificultades, a nuestros errores, a las críticas y a las situaciones adversas, somos lo que somos, únicos e irrepetibles. El truco está en ser capaces de pegar todos esos trocitos rotos y para ello necesitamos R.E.S.I.L.I.E.N.C.I.A
Según la RAE , la resiliencia es “la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.
En occidente no estamos acostumbrados a mostrar nuestra fragilidad. Solemos premiar al fuerte y tendemos a esconder nuestra vulnerabilidad, nuestros surcos. La resiliencia nos ayuda a recomponernos cuando nos rompemos porque las cosas no han salido como queríamos, porque nuestra pareja nos ha dejado, porque no hay manera de entendernos con el jefe, de conectar con nuestro hij@, porque nos han despedido del trabajo o no encontramos uno que nos guste más. Nuestro polvo de oro, ese que os decía al principio que nos ayuda a pegar nuestros trocitos rotos está hecho de millones de partículas de:
- Autoestima
- Motivación
- Conocimiento interior
- Capacidad de superación
- Humor
- Confianza en nuestras posibilidades
- Objetividad
- Flexibilidad ante los cambios.
Como decía Hemingway “El mundo nos rompe a todos, pero después muchos se vuelven fuertes en los lugares rotos”.
Esa fortaleza hay que celebrarla, mostrarla, lucirla. Somos, en definitiva como un objeto restaurado con la técnica oriental Kintsugi. Reconocer nuestras imperfecciones, sobreponerse a la adversidad, aceptar lo inevitable, asumir nuestras debilidades nos convierte en una pieza tan bella que cualquiera quería poseer. Solo tenemos que aprender utilizar nuestro polvo dorado.
Y tu, ¿con qué estás dispuest@ a rellenar tus grietas?
Periodista, Coach de Comunicación, Analista y Máster en Comportamiento No Verbal Científico y Detección de la Mentira.