Si alguna cosa ha dejado en claro la declaración suspendida de Independencia de Puigdemont ha sido el grado de activación gestual (mucha o poca) del President de la Generalitat. Comenzó algo nervioso, acercándose a la tribuna de oradores consciente de que todas las miradas estaban puestas en él… Se coloca correctamente la americana y se abrocha el botón mientras se dirige al atril, centro neurálgico de su puesta en escena ( todos ellos son gestos adaptadores o manipuladores utilizados para gestionar emociones desencadenadas ante un incomodidad o ansiedad situacional y que tienen como objetivo obtener seguridad y/o dominio). Bebe agua (por primera vez), arregla sus papeles y comienza su discurso para mostrar a continuación en su expresión facial enfado al referirse a las consecuencias políticas derivadas de las actuaciones de los últimos días. Poco más que añadir, ¿o si?
El rostro del líder catalán es serio, comedido, acorde con la situación del momento. Sin embargo, gesticula poco con las manos, algo que no es habitual en el President. Puigdemont tan solo realiza en los 30 minutos de discurso algunos gestos ilustradores (gestos que acompañan a sus palabras) para reforzar sus palabras. Tal vez sea porque dirige toda su atención hacia su discurso (que por otra parte no deja margen a la improvisación.). Sin duda, está experimentando una gran activación cognitiva, fruto de la tensión del momento. Todos los recursos los destina a este fin, de ahí que su cuerpo se muestre con menos movimiento, mucho más comedido que en su réplica no verbal al rey Felipe VI la semana anterior en el Palau de la Generalitat (donde dominaron congruentemente los gestos ilustradores que, intencionada o inconscientemente, reforzaron sus palabras).
Además de la fuerte activación cognitiva, algo más llama la atención. Puigdemont aprieta fuertemente los labios en varios momentos de su alocución (indicios que denotan contención, represión emocional). Indudablemente hay tensión, inquietud, estrés.
Y es precisamente entonces cuando, en mi opinión, llega el momento no verbal clave de su intervención, en consonancia con sus palabras. “Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo al presentar los resultados del referéndum ante el Parlamento y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república”.
Mientras aplauden algunos miembros de la cámara y antes de proponer que “se suspenda los efectos de la declaración de independencia para emprender el diálogo”, el realizador nos regala un plano excesivamente abierto y muy breve. Observamos como el President bebe nuevamente agua (por segunda y última vez ). Es el gesto más revelador de su intervención. Justo en el momento culminante de su discurso y después de pronunciar estas palabras su boca se secó de nuevo. Puigdemont vuelve a acercar el vaso a sus labios, igual que lo hizo al inicio de su discurso. Sin duda, estamos en el momento álgido de su declaración. Pronunciar estas palabras le han “dejado seco”. Hay ansiedad, contención, incomodidad y al beber agua trata de aplacar su tensión y mandarle al cerebro la señal de que todo está bien. ¿Seguro? El (mal) trago del President lejos de aplacar los ánimos ha incendiado aún más el conflicto.
Periodista, Coach de Comunicación, Analista y Máster en Comportamiento No Verbal Científico y Detección de la Mentira.