Fue su lema durante la campaña electoral americana, lo repitió en su toma de posesión como 45 Presidente de los Estados Unidos y, por si no ha quedado claro, lo proclama a los cuatro vientos con su comunicación no verbal. Está encantado de conocerse y de que lo conozcan.

Trump es el macho alfa, con rasgos de personalidad relacionados con el psicoticismo alto que señala Eysenck: carente de empatía, agresivo y hostil.

Se aprecia en su rudo discurso, en sus comentarios fuera de tono y de lugar (como el que dejó por escrito hace unos días en el libro de visitas del Holocausto en Israel ) y por supuesto en su lenguaje corporal. Mentón levantado, sonrisa desdeñosa, ausencia de contacto visual con su interlocutor y desprecio en el rostro que observamos cada vez- y son muchas- que levanta de manera unilateral la comisura labial.

En su estreno en la Cumbre de la OTAN trató de imponerse. También  a los nuevos.

Nos tiene acostumbrados a este apretón de manos. Estrecha con intensiva fuerza, prolonga el saludo y zarandea para finalmente atraer para sí a su interlocutor  con un estirón seco, en señal de dominancia y autoridad. Esta vez, fue Emmanuel Macron, con quien ya había mantenido previamente un almuerzo quien se convirtió en su presa ante el resto. (Por mucho que el presidente galo mantuviera el tipo).

Macron resistió como pudo el envite pero Trump quiso dejar claro quien manda. Sus palmaditas en el hombro del presidente francés zanjaron el asunto ( “se bueno, Emmanuel”).

Hasta que llegó, claro está, la foto de familia.

Da igual quien esté delante. Y más si se trata del primer ministro del diminuto Montenegro, Dusko Markovic. No contento solo con quitarlo de la escena, empujándolo con la mano derecha y pasando delante de él, ni tan siquiera le dedica una mirada. Trump se coloca en primera fila, con altivez y reafirmando su poder soberano al arreglarse con ambas manos su chaqueta ( aquí estoy yo!) y nuevamente mirar por encima del hombro. El vídeo se ha hecho viral en Internet. Le llueven críticas por su mala educación y hasta  J.K Rowling le ha afeado en su cuenta de twitter el gesto del que ha llamado : “diminuto, minúsculo, pequeño hombrecito”.

Atención también a su gesto ilustrativo, ese dedo acusador o dedo látigo, ( “aquí mando yo”) con el que responde a la presidenta lituana, Dalia Grybauskaite.

Claro que en esas llegó la cancillera Merkel. En la cumbre del G7 Trump ya ha avanzado que no tienen ningún problema con Alemania. “Solo que los alemanes son muy malos en el comercio”-añade. Merkel ya lo mira como diciendo: “¡pero qué me estás contando, Donald”!

 

 

 

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