3 de octubre de 2017, 21 pm. La fecha pasará a la historia como la primera vez que Felipe VI se dirige a todos los españoles, en directo, más allá de su tradicional discurso navideño. La situación en Cataluña y los acontecimientos de los últimos días lo requería, por eso su alocución se había preparado milimétricamente, tanto en el fondo como en la forma. Tanto en sus palabras, escogidas al detalle como en su corporalidad, su tono y sus inflexiones vocales.

Su comunicación no verbal nos mostró una imagen del monarca poco habitual.

Intranquilo al comenzar, moviendo inconscientemente  de derecha a izquierda la silla giratoria del despacho en la que se sentaba (transmitiendo ansiedad).Con rostro serio y contenido. Pero más allá de ira, enfado  y preocupación en su expresión facial que observamos al inicio de su alocución (aprieta labios, traga saliva, sus cejas se arquean hacia el interior )  transmitió tristeza y firmeza.

TRISTEZA (al hablar de las Instituciones y por ende del gobierno catalán que las representa y la situación provocada)

Y FIRMEZA. Con sus gestos ilustradores. Trabajados al detalle para acompañar y enfatizar el contenido de su mensaje. Desde mi punto de vista, en exceso. Lo que restó fluidez y naturalidad a un discurso de por si muy duro. También en este caso a nivel no verbal.

"Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos"

El rey se implicó en primera persona en la defensa de la Constitución, las leyes  y  reivindicó,con ambas manos hacia su torso, su orgullo español.

"Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos"

Cerró sus puños con fuerza, transmitiendo determinación y robustez en muchos momentos de su alocución,  reforzando así sus palabras y su autoridad.

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.... para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la 
Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y 
la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y 
la permanencia de España".

Y por primera vez no dudó en señalar con el dedo a aquellos que han llevado a Cataluña a la actual situación. El dedo acusador, o gesto  látigo realizado con el índice es un gesto ilustrador muy duro, que los analistas en comunicación no verbal aconsejamos normalmente no utilizar, a no ser que precisamente exista la  intención de activar emocionalmente  al interlocutor y enviarle un mensaje contundente de superioridad, incluso amenazante.

"...Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas 
aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible 
hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas 
autoridades representan en Cataluña."

Le acompañó una puesta en escena sobria. La mesa de su despacho, las banderas española y europea a su izquierda y un cuadro, muy comentado en las redes sociales, del que únicamente vemos la parte inferior en la que se aprecia un bastón de mando.  Es el retrato de Carlos III, hijo de Felipe V, quien en 1705 fue reconocido en Barcelona como rey de la Monarquía hispánica. Cierto que el cuadro preside esta sala desde hace años pero el encuadre elegido no es casual o al menos, desde el punto de vista de la semiótica de la imagen, está cargado de contenido.

“Son momentos difíciles, pero saldremos adelante”, dijo Felipe VI  tras humedecerse  los labios, lo que indica contención y represión emocional.

Un mañana incierto para el que, a día de hoy y más allá de las palabras, el lenguaje no verbal del monarca habla por si solo.

 

 

 

 

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