Justo veinticuatro horas después de que el rey Felipe VI pronunciara su discurso en la Zarzuela, Carles Puigdemont le contestaba desde el Palau de la Generalitat.  A simple vista, el lenguaje corporal del presidente catalán resulta menos encorsetado, pese al abuso de sus manos en ojiva (las yemas de los  dedos de una mano presionan los de la otra).

Un gesto muy utilizado en política, también llamado gesto campanario, pero que en exceso (como en este caso) puede resulta contraproducente, exageradamente preparado. Le ocurre a la cancillera Merkel, que lo ha convertido en su sello de identidad política. Ahora parece que todo aquel que quiere transmitir seguridad y confianza debe emplearlo. Cuidado!

Puigdemont respondió al envite del monarca con la misma firmeza gestual que Felipe VI mostró con sus  puños cerrados al hablar los principios que guían a la Corona  y su determinación por hacer cumplir la ley. En esta ocasión el dirigente catalán devolvió los golpes al referirse al referendum del domingo( puños cerrados y apretados en señal de fuerza,ceño fruncido en su expresión facial) y transmitir a los catalanes un mensaje de fortaleza.

Y enfatizó su malestar también con el gesto de látigo (dedo índice señalando directamente al interlocutor), en una lectura no verbal amenazante (“Estamos haciendo y haremos lo que otros pueblos ya han hecho y otros harán”)

Puigdemont  acompañó sus mensajes claves con una gran batería de ilustradores  (gestos con las manos que refuerzan, dibujan las palabras pronunciadas). Incluso  de manera gráfica estrujó con tensión en sus dedos la actuación  Rajoy ( “El Rey hace suyo el discurso y las políticas de Rajoy”) pese a su petición verbal de mediación.

Esta vez no había sillón con ruedas como en Zarzuela (fue un error su elección). El President de la Generalitat catalana suele pronunciar  sus discursos de pie y anoche no  fue una excepción. Mucho mejor a la hora de comunicar. Si las piernas o los pies de Felipe VI le jugaron una mala pasada al no dejar de moverse( sobretodo al principio de su alocución y en gran medida por el uso de la silla giratoria) en el caso de Carles Puigdemnot,  la activación emocional hizo que perdiera su verticalidad en algunos momentos, ladeando su cuerpo  de derecha a izquierda

La cámara nos ha regalado  un plano abierto ( cosa que agradecemos los analistas en comunicación no verbal) mostrando al líder catalán acompañado únicamente de  una bandera, la  catalana.  Su expresión emocional transmitió ira y enfado, acorde con otros canales expresivos no verbales. Ni un atisbo de tristeza. Todo lo contrario, incluso una micro expresión de desprecio al referirse a las cargas “injustificables” de la policía ( levanta de manera unilateral la comisura derecha del labio superior) y alegría y orgullo contenido al hacerse eco de la admiración que, en su opinión, ha recogido Cataluña de muchos países “por su actitud crítica y su compromiso”.

En definitiva una puesta en escena y un lenguaje corporal sincronizado y congruentes con el discurso. “Así, no”, espetaba Puigdemont al Rey.

La respuesta a su discurso llegó de la manos o mejor dicho del rostro de la vicepresidenta del Gobierno (el plano que se grabó era corto).  Soraya Saenz de Santamaría dejó entrever una fugaz y muy sutil micro expresión de miedo ( “Puigdemont ha demostrado que está al margen de la ley”). En su cara se filtró la repulsa que le produce los mensajes que envía el dirigente catalán (“Cada mensaje de Puigdemont es un desasosiego”) y  mostró su ira de manera rotunda, frunciendo el ceño y reduciendo la apertura palpebral de los ojos. “Causa sonrojo que Puigdemont le recuerde al Rey sus obligaciones”).

Me temo que en los próximos días habrá más duelos no verbales…

 

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